Ilustración de Russel Tate |
Siempre había visto el trabajo como algo positivo, necesario y que la gente hacía con cariño, sonrisas y dedicación. Sin duda una visión naif, pero sigo aspirando a ella.
El precio de la frescura y la creatividad
Mi primer choque fue
cuando fui a la capital y trabajé por una empresa pública. Los trabajadores
aprovechaban las horas de trabajo para ir a hacer las compras, tener sexo con
sus colegas de trabajo u organizar las colonias para sus hijos. Volvía a casa
el fin de semana pensando que eran unos malos trabajadores. Ahora pienso que
eran muy buenos ya que amaban su trabajo y dedicaban su creatividad y energías
a un proyecto, se tomaban licencias pero esa era posiblemente la única forma de
seguir llenando de ideas nuevas y frescura el proyecto. Este es un tipo de
modelo libre en el que pienso a menudo con mi propia empresa.
Después trabajé en una serie de empresas en las que la gente trabajaba de verdad, Olot style, proyectos nuevos y pequeños en los que se trabajaba duro, tanto en España como en el extranjero.
Después trabajé en una serie de empresas en las que la gente trabajaba de verdad, Olot style, proyectos nuevos y pequeños en los que se trabajaba duro, tanto en España como en el extranjero.
Descontento y veneno
El shock vino cuando
empecé con una multinacional y después con una empresa de unos 70 trabajadores.
Todos éramos un poco mayores y habíamos pasado por distintas empresas. En esos
trabajos por primera vez me encontré con lo que es la realidad para muchas
personas. Un grupo de colegas que parece que querían trabajar pero que no
encajaban. Por sus comentarios dirías que se creían demasiado buenos para el
trabajo, too cool for school, pero en realidad no era eso ya que son buenas y
muy válidas personas, era un desencaje total con el modo de funcionar de la
empresa, de la jerarquía y del mundo laboral en general. Los cafés de pasillo y
las comidas estaban llenos de comentarios negativos sobre la empresa, de la
forma de trabajar de esta y de los jefes, por supuesto. El veneno pasaba de una
persona a la otra. Y cuanto más se decía, más veneno se producía. Un círculo
vicioso difícil de romper.
Oídos sordos a quienes somos
Al poco tiempo
descubrí que no era algo único de estas empresas sino de muchos sitios. Las
personas cambiaron de trabajo, seguí la relación con ellas pero casualidad de
las casualidades, se encontraron con estos mismos problemas en sus nuevos
trabajos y siguieron esparciendo el veneno.
A qué se debe esto? Robert dice que los españoles somos unos cínicos en cuanto al trabajo, que no importa lo que hagamos, siempre estaremos descontentos del trabajo y odiaremos a nuestros jefes. No lo sé.
Me gusta teorizar un poco más y pensar que los trabajos de oficina han desnaturalizado al ser humano y que estas personas simplemente se están quejando porqué tienen que estar trabajando en un cubículo, cuando en realidad deberían estar haciendo otras cosas, más activas y más creativas. La sociedad nos dice que para tener éxito debemos trabajar en un rascacielos e ir vestidos sexys. Y la individualidad, no se contempla? Nos hemos olvidado de escucharnos a nosotros mismos. La prueba la tengo: tres de estas personas “envenenadas” han sido suficientemente valientes (gracias a la prestación de desempleo) como para tomar otros caminos mucho más creativos y están de lo más felices, aunque en sus nuevos trabajos ganan poquísimo dinero.
A qué se debe esto? Robert dice que los españoles somos unos cínicos en cuanto al trabajo, que no importa lo que hagamos, siempre estaremos descontentos del trabajo y odiaremos a nuestros jefes. No lo sé.
Me gusta teorizar un poco más y pensar que los trabajos de oficina han desnaturalizado al ser humano y que estas personas simplemente se están quejando porqué tienen que estar trabajando en un cubículo, cuando en realidad deberían estar haciendo otras cosas, más activas y más creativas. La sociedad nos dice que para tener éxito debemos trabajar en un rascacielos e ir vestidos sexys. Y la individualidad, no se contempla? Nos hemos olvidado de escucharnos a nosotros mismos. La prueba la tengo: tres de estas personas “envenenadas” han sido suficientemente valientes (gracias a la prestación de desempleo) como para tomar otros caminos mucho más creativos y están de lo más felices, aunque en sus nuevos trabajos ganan poquísimo dinero.
Fluido positivo
Una vez más pongo
todas mis esperanzas en la crisis que va a poner las cosas en su sitio. Ver el
trabajo como una forma de realización personal. El trabajo no solamente como
una aspiradora de nuestras energías y salud sino como algo que nos da. El
trabajo no solamente nos debe dar dinero (aquí el gran error), nos puede dar
satisfacción personal, reconocimiento, felicidad, paz mental y puede que poco
dinero, ¿y qué si recibo poco dinero? Pues nada porqué el domingo por la noche
no estoy deprimida pensando que al día siguiente no tengo que trabajar y porqué
el 31 de Julio cuando me voy de vacaciones no pongo en mi Facebook “Por fin
libre!” sino que soy libre cada día, doy y recibo, una rueda que se retroalimenta,
un fluido positivo.
0 comentarios:
Post a Comment